La misma equivocación se ha repetido en cada generación, y la nuestra no es la excepción. Este es el mensaje que Dios ha estado tratando de comunicarnos desde el principio del mundo, que nos amemos y que no seamos como Caín. El hecho de que hayamos memorizado tales palabras no necesariamente indica que las hayamos comprendido o que las hayamos llevado a cabo. Hace muchos años un estudiante de secundaria me retó a un juego de ajedrez. Estábamos en un campamento cristiano y un gran
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